sábado, 31 de marzo de 2007

A UNA GOTA

No te vi cuando caías, pero sentí tu contacto sobre la piel de mi mano. Estabas húmeda, cristalina, limpia.

Ella cantaba dentro del baño; cesó el ruido del agua que caía y el sonido de la toalla te lanzó por las persianas, para que vinieras a mi mano, a posar tu destino.

A través de tu cuerpo redondo, puedo ver mis poros aumentados de tamaño como si tú fueras una lente, pero las lentes no se ríen, permanecen rígidas. ¿Por qué estás tan adherida a mí y casi te deformas sin despegarte?

El tiempo pasa; dime pronto. Significas mucho en mi vida. Tú estabas sola con ella, a puerta cerrada; tuviste el privilegio de recorrer su cuerpo mojado, mientras ella cerraba los ojos para bloquear el posible residuo de una lavaza circundante. La contemplaste libremente. La tocaste. ¡Qué dichosa eres! Háblame antes de evaporarte, ya no queda mucho tiempo.

Sé que es inútil y no voy a insistir. Pero te voy a absorber, te voy a tragar antes que desaparezcas gotita discreta; así llevaré dentro algo de esa mujer que me obsesiona.

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